22/8/10

Perdona nuestras ofensas


La iglesia católica realizó la 156 reunión de Comisión Permanente del Episcopado que preside el cardenal Bergoglio. Manifestaron nuevamente su preocupación por el aumento de delitos y la violencia. También discutieron una vez más sobre el aborto y el matrimonio homosexual.

Paradójicamente la iglesia se involucra en un tema tan difícil de tratar. Jorge Oesterheld, vocero episcopal dijo: “La inseguridad genera una sensación de desamparo que preocupa a todos” Luego Bergoglio pidió mayor protección para la ciudadanía. ¿Se preocupan por los delitos? La iglesia avaló y colaboró con el peor genocidio de nuestra historia, donde se realizaron delitos de lesa humanidad.

Bendijeron las armas de los militares de la última dictadura argentina y fueron cómplices de torturas y desapariciones. Pero como si esto fuera poco, protegen y defienden a distintos sacerdotes acusados de abuso sexual infantil, como ocurrió cuando las autoridades vaticanas encubrieron al cura de EEUU, Lawrence C. Murphy, fallecido en 1998, que abusó sexualmente de unos 200 menores sordos durante más de 20 años en una escuela de Wisconsin. ¿Eso no es un delito? ¿No es violencia? Eso se llama hipocresía.

Referido a sus obligaciones institucionales este tema no debería entrar en el abanico de preocupaciones de la iglesia. Es una tarea absoluta del Estado. Permitir que el catolicismo se involucre en esta situación sería como retroceder a la época de un sistema feudal. En aquellos tiempos el clero era uno de los estamentos que más poder tenia e influía de manera directa en las decisiones del Estado. Ese sistema fue basado en un gobierno absolutista, en la esclavitud, en la desigualdad y la injusticia y por supuesto la iglesia estaba presente.

Es completamente ridículo el papel que está jugando el catolicismo en la sociedad. Se siguen jactando de sus posiciones soberbias, retrogradas y contradictorias. En la reunión volvieron a tocar el tema del aborto, Oesterheld recordó ante la requisitoria periodística: “La iglesia tiene una postura clara y repetida”. Además siguieron oponiéndose a la ley de matrimonio igualitario a pesar del fracaso de la iglesia en esta pelea.

No se prestan al diálogo, poco les importa lo que necesita la comunidad. Se llenan la boca hablando de igualdad y se contradicen en los hechos. Desamparan y excluyen de la casa de Dios a aquellas mujeres que deciden abortar, porque son asesinas. Sin tener en cuenta los casos de violación, enfermedad o situación de marginalidad de niñas iniciándose en la adolescencia. Aquellas que se sienten obligadas a hacerlo.

“Construyamos una historia sin excluidos” es el lema de la colecta más por menos organizada por la iglesia. Pero parece ser que solo queda en palabras, ¿No excluyen y discriminan a los gays? Predican que todos son iguales ante Dios y suena como una broma. Señalan a los homosexuales como un mal, como demoníacos. El arzobispo Hector Aguer sigue sosteniendo que es una ley inicua, mientras Bergoglio está dispuesto a aceptar las uniones civiles como un mal menor

Agradecer y bendecir el amor es uno de sus fines. Pero en contraposición con esto no aceptan el amor entre dos personas iguales a ellos pero con distinta orientación sexual. Las lesbianas y gays a su entender son un atentado a la concepción de familia, siendo que miles de familias bien constituidas bajo el nombre de Dios viven con violencia, adulterios, injurias e hipocresía. Esa última palabra identifica un cien por ciento a la institución maldita que representa la creencia de muchos cristianos.

Análisis del montaje de “El plan perfecto” según el texto La imagen en movimiento. Gilles Deleuze.


Para empezar a realizar este análisis debo destacar un gran detalle. Esta película está dirigida nada más y nada menos que por Spike Lee, el único director negro en el cine estadounidense. Fue presenta en el año 2006 y tres años después asume Obama a la presidencia de EE.UU., el primer jefe de gobierno de raza negra en este país.

Lee desesquematiza la imagen de negro= criminal, blanco= bueno o héroe, invirtiéndola. En este film además despliega un amplio abanico racial, propio de esta ciudad cosmopolita que es New York. En el banco de Manhatan, donde se produce el robo, se reúnen indios, judíos, blancos, albanos y negros variopintos y para cada personaje presenta una línea de ironía en demostración de la discriminación que sufren en esa sociedad.

También muestra a uno de los personajes, Jodie Foster que revela los manejos sucios que se llevan a cabo en los péndulos del poder. Fríos, calculados y elegantes como la actuación de esta mujer, que esta aliada al dueño del banco. Y en relación con el texto “La imagen en movimiento” de Gilles Deleuze, su montaje alternado paralelo de partes diferenciadas es digno de analizar.

El montaje norteamericano implementado en esta obra surge con Griffith en 1915. Es completamente explicito en “El plan perfecto”, pero utilizado de forma contrapuesta a la ideología de Griffith. El detective a cargo del asalto es negro y figura como el héroe de la película, mientras el ladrón es blanco. El sargento estadounidense (blanco) que avisa a sus superiores sobre lo que estaba ocurriendo, es un ser racista y xenofóbico, con una mentalidad prototipo de la clase media de New York, mientras que el rehén que lo llaman asqueroso árabe, y explica que es un zic (proveniente de Jordania), denuncia que lo han golpeado sin motivos y reclama que no se respetan sus derechos en la comunidad, mostrándolo como víctima. La policía sospecha que pueda ser uno de los delincuentes y hasta llegan a pensar que tiene relación con el terrorismo de Alcaeda.

Otros de los rehenes fueron un niño acompañado de su padre, ambos negros, quienes dicen no haber tenido miedo durante el robo por vivir en un barrio marginal de la ciudad. La criatura llevaba consigo un video juego con un alto grado de violencia basado en crímenes, asaltos y narcotráfico, mientras que la anciana norteamericana, era sensible y estúpida, sin poder aportar datos útiles para la investigación. Los ladrones distraen a los policías con grabaciones en idioma albano, que lo confunden con el ruso y lo nombran despectivamente por el rechazo al comunismo. También sospechan de un armenio que se encontraba dentro del banco. Y En una escena posterior el sargento racista nombra a un niño de 12 años como un negrito de porquería y aclara “Quiero mantenerme lejos de los malos, prefiero ser racista antes que morir a tiros”.

Por otro lado, aparece otra imagen además del ladrón como el malo de la película. Esta vez se trata del mismísimo presidente del banco quien tiene mucho poderío y dinero, que logró construirlo prestando servicio a los nazis en el holocausto y ha robado a una de las familias judías asesinadas diamantes y un anillo Jean Cartier.

Justamente esa fortuna era la que iba a buscar el asaltante al banco, sin pretender llevarse dinero. En la bóveda además de estos elementos se encuentra con un sobre sellado con la emblemática del partido Nacional socialista de Alemania. Luego el delincuente justifica su robo diciendo que la víctima esta vez era alguien que se había enriquecido a través de la muerte de muchas personas. Griffith descubre que las partes mezcladas por el montaje paralelo serán las propias civilizaciones. Es específicamente lo que ocurre en “El plan perfecto”.

Respecto al tiempo, utiliza un esquema donde va mostrando por un lado lo que ocurre dentro del banco y por otro lo que sucede afuera. De esta manera forma un clímax de suspenso en el espectador y hace de las dos partes un conjunto. El efecto de contraste se materializa en la imagen del detective bueno y el ladrón malo. Otra de las cosas identificativas de este film es la inserción del primer plano en distintas escenas, como ser al comienzo cuando muestra detalles de la fachada del banco. Esto según Deleuze no solo agranda un detalle si no que trae aparejada la miniaturización del conjunto, una reducción de la escena.

El tiempo como medida de movimiento tiene dos aspectos en este film, por una parte el tiempo como todo y por la otra, el tiempo como intervalo, marcando la más pequeña unidad de acción. Por último destaco que el director decide utilizar la transición de escena, de lugar y espacio, para pronunciar el paso del tiempo, de los días en este caso.