2/1/11

Desde el pueblo llano a la nobleza.


Millones de personas concentradas en el centro de la ciudad, buscando ser iluminados, necesitando sentir emoción y alegría, pidiendo deseos y mirando lo que hay del otro lado. Así decide recibir cada comienzo de año Rosario. Los gobernantes municipales invitan a la población a “participar” de la caravana de los deseos, donde algunos pocos muestran ante una mayoría sentada en reposeras y cemento, sus lujosas embarcaciones iluminadas. Los ricos se pasean en sus yates haciendo ostentación de lo que tienen y del otro lado del río aquellos que nunca van a tener algo similar miran asombrados, y piden sus deseos, que seguramente son bastantes distintos al de los que están exponiendo sus potenciales económicos.

El evento comenzaba a las 20 pero desde algunas horas antes se veía llegar al monumento de la bandera a familias y jóvenes con bolsos para armar un camping y reservarse un lugarcito para ver de cerca el espectáculo. De a poco se iba llenado toda a costa baja de Rosario y los presentes murmuraban sobre lo que iba a ocurrir, todos esperaban las luces y los grandísimos fuegos artificiales. Comienza la caravana y todos aplauden mientras por un alta voz se relatan publicidades y un deseo de feliz año nuevo. Alrededor de las 21 cuando llegaban los últimos veleros y el Catamarán comenzó el gran show de artificios.

Miles de luces iluminaron el cielo de colores y formas. Se lanzaron desde atrás de los galpones municipales, desde un edificio que se encontraba al otro costado del monumento y desde la cúpula del mismo. Un masivo ohhhhh se sentía y se escuchaba cada vez que se encendían. Todos parados, mirando hacia arriba quitecitos y pensando vaya uno a saber qué. Por lo menos a mí se me cruzaron por la cabeza varias cosas: cuanta plata quemada, cuanta ostentación, cuanta necesidad de emoción y cuanta belleza de colores también, ¿por qué negarlo?

Nuevamente me llevo la imagen de la clase baja y media mirando a la aristocracia disfrutando de sus logros económicos fruto de la plusvalía. Y la pregunta incesante de ¿Hasta cuándo? Cuanto más deberá pasar para comenzar a disminuir las desigualdades y la marginación. Creo que ese sería un buen motivo para festejar un nuevo año, el trabajo cotidiano de muchas personas, que en silencio buscan la justicia social, la igualdad y la libertad. El mejor festejo sería una fiesta popular pero sin necesidad de ostentación. ¿Pero como pretender que eso ocurra si no nos podemos sacar el chip capitalista?

Por otro lado se muestran contradictorios aquellos que organizan este tipo de eventos. ¿Pero a quien le puede interesar un dos de enero? Todos escuchan a diario y mucho más sobre estos días a los gobernantes pedir colaboración para la seguridad y precaución a la hora de utilizar pirotecnias. Hoy se olvidaron de todo eso. Por un momento la cúpula del monumento se incendiaba, detrás de los galpones algunos artificios explotaban antes de salir, y los que estallaban desde el edificio aledaño volaban prendidos hacia la gente. Pero... claro, no pensaron en esos detalles. Juegan con cosas que no tienen repuesto y la culpa es del otro si algo les sale mal. Entre esos tipos y yo hay algo personal, dice Serrat, y para nada se equivoca.

Una voz se escucha en el alto parlante, mientras una mujer desesperada corre por calle Córdoba, se perdió un niño. No lo encuentran entre la multitud y piden colaboración a los presentes para buscarlo. Pero pocos se dieron por aludido y los demás comenzaron a levantar sus cosas para retirarse del lugar. ¿Un niño es poca cosa? El 2011 comenzó, varios temas para replantear y volver a pensar. No sigamos dejando pasar el tiempo, porque algún día va a ser tarde. Mi deseo en esa caravana fue que se termine la desigualdad social y la injusticia. ¿El tuyo cual fue? ¿Pediste algo similar?