22/12/12

Crónica de la incertidumbre

20 de diciembre… eran casi las ocho de la noche, después de una jornada fuerte de laburo y una tormenta que había dejado centenares de damnificados. Estábamos en la radio de la biblioteca Pocho Lepratti, allá en Tablada, haciendo un programa especial recordando a los caídos en diciembre del 2001, reclamando justicia y charlando sobre quién era el Pocho. Yo estaba en producción, por lo tanto, conectada a internet mirando las publicaciones de las redes sociales. Fue en ese momento que leí una noticia de que había algunos saqueos en Rosario y en Villa Gobernador Gálvez. Estaba pensando en Pocho, en diciembre, en los hijos de puta que dispararon, y en los que daban la orden, de eso se trataba nuestro programa y en forma de dejavu mi cabeza no entendía como estaba pasando esto. ¿Quién podía ser tan cruel de organizar esta movida desestabilizadora justo ahora? ¿Quién podía ser tan macabro? Por un momento pensé en no preocuparme demasiado, que seguro todo terminaba esa noche. Ya eran las 22 cuando salimos de la biblio y en el barrio estaba todo oscuro, se había cortado la luz del alumbrado público, casualidad o causalidad, no lo sé, pero era un desierto. Nos subimos rápido al bondi con mi cumpa y el otro se fue rapidito en la bici. Llegué a casa y en menos de dos horas prendo la maldita tele y veo que en Bs As habían empezado a saquear también. Pienso internamente, Bariloche donde ya había 400 efectivos de Gendarmería, Rosario, Buenos Aires, ¡se pudre todo! Me quedé un rato atenta a las noticias, pero siempre consciente de que los medios de comunicación en Argentina están acostumbrados a brindar información errónea o poco verificada. Ya era tarde y tenía que dormir, se cortó internet y el cable en casa, así que sólo me quedaba escuchar a Dolina y descansar. Otro día me esperaba en pocas horas. El viernes me levanté bombardeada de malas novedades. Los saqueos se estaban multiplicando, tal como lo suponía, en Tablada esa noche saquearon y la policía salió a tirar sus balas de goma. A primera hora del día la radio ya comunicaba que había dos muertes en Rosario, alrededor de 130 detenidos y dos heridos graves. Sentí desesperación, incertidumbre. Mi cabeza no podía hacer relaciones lógicas. Esto no era diciembre del 2001, eso me quedaba claro. En aquel momento, había hambre de verdad, el pueblo entero salió a movilizarse y reclamar lo que nos pertenecía. Ahora, la tormenta había complicado los tantos. Muchísimas familias perdieron lo poquito que tenían, se acercan las fiestas y la desesperación aumentó. Completamente entendible es ver a esas mamás y papás que se despertaron en el medio de un metro y medio de agua que cubría sus hogares. Pero es imposible que no me surgiera la pregunta: ¿Quienes están asaltando los comercios, son realmente los que fueron afectados por la inundación? Había olor a que detrás de esto, se escondía una mano negra tejiendo el plan. Se me vinieron muchas caras a la cabeza, las de siempre, las de los mercenarios vende patria. Me los imaginaba sonriendo y frotando sus manos, contentos de haber logrado lo que hace bastante vienen esperando. Sin embargo, lo único cierto que tenía eran las preguntas. Respuestas no aparecieron. Lamentaba profundamente que la historia repita los mismos errores, las victimas siguen siendo las mismas, los que reciben las balas son los de abajo, los que tienen verdadera necesidad, los que son utilizados por las corporaciones y los grupos de poder que incitaron a este desastre. Hoy ya es sábado, en el medio del trabajo me tomo un rato para escribir, para escupir mi bronca, para no gritar. Como sigue esto no lo sabemos, pero algo es seguro, Diciembre en Argentina, una vez más, se convierte en un mes de mierda. En el centro, todos haciendo sus compras para el arbolito, gastando, gastando a más no poder, mientras, en los barrios de la ciudad hay muchísimo miedo y salen a la calle entre medio de comandos policiales y gente corriendo. Como dice la canción: “y los ricos cada vez están más ricos, y los pobres cada vez están más pobres”. Eso es lo único que genera toda esta situación, que la crisis de los pobres aumente, que el país se estanque sin poder dar pasos hacia adelante y que lo ricos y poderosos se rían de nosotros.

1/7/12

El gol que nunca llegó

El día tan esperado había llegado. Rosario estaba cubierta de esperanzas, un sol radiante y una temperatura especial para festejar. Cada hincha acompañado de su familia, amigos o compañeros del trabajo. Más de 2000 personas viajaban a San Juan y otras tantas se quedaban en el camino por no conseguir entrada. Si señores, Central se jugaba el ascenso. Después de dos años en la B Nacional y con el corazón en la mano los rosarinos se calzaban sus casacas y esperaban ansiosos que entre el equipo al campo de juego. Era ganar o ganar, con muchos puntos en contra… el partido de ida empatado, sin ventaja deportiva, con un estado de ánimo que no era el mejor, una situación institucional muy complicada, pero el sentimiento del guerrero se encontraba intacto. Sabíamos que solo había que alentar mientras los protagonistas ponían huevo. Salieron los dos equipos a la cancha, una cancha gastada, chica, rápida y ¡ajena! Pasó tan sólo un minuto treinta para que Rosario Central cometa el primer error defensivo. ¡Tenía que ser por el lado de Valentini! Pensó más de uno. Por lo menos en el lugar donde yo estaba, sólo se escuchó un silencio incomodo y un árabe inmigrante que nos banca a full agarró su Rosario Musulmán. Me prendí el primer cigarro de quince. Pasaban los minutos y nada concreto. Llegaba el canaya, llegaban los sanjuaninos y el árbitro parecía tirar la cancha para nuestro lado. Sin embargo, pasaban los minutos y no nos salía una. La pelota giraba velozmente y mis ojos ya no sabían si seguirla o mirar para el costado. Mate tras mate, pucho tras pucho, llegó el descanso. Un entretiempo difícil. En la tele decían que iban a demorar el partido pero no podía escuchar muy bien las razones, ya que las personas que estaban a mi lado opinaban de los posibles cambios que debía hacer Pizzi. Mi cabeza, creo que ya no estaba en mi cuerpo. Pensaba en la promoción del 2009 frente a Belgrano, cuando Fontanarrosa, desde arriba nos tiró un poco de suerte. También se me venían a la mente las horribles imágenes de ese maldito 23 de mayo del 2010 frente a All Boys, esa promoción que nos condenó a dejar nuestra pertenencia en la categoría. También recordaba las palabras de mi viejo y mi tío contándome lo que era Central hace unos 20 años atrás.
Estaba por empezar el segundo tiempo y mi cabeza no podía volver. Ahora no pensaba solo en el canaya… comenzaba a llenarme de bronca e impotencia con el futbol argentino. Los arreglos y pactos mafiosos que se realizan en oficinas lejos de donde se encuentra el hincha, jugando… pero con los sentimientos de la gente, con la ilusión, con las expectativas. Entre barras, dirigentes y manager. Entre plata y droga. Entre el poder y el olvido de un pueblo que se caracteriza por su pasión por el futbol. Un deporte popular, folclórico, que genera odios y amores, que llena los domingos de cada familia. Pero a esos cerdos, poco les importa. Sólo piensan en el negocio que encontraron en el futbol. Alguna vez fue amateur y esto no existía. Pero hoy, la realidad es esta. Sólo quedaba tirar las cartas sobre la mesa y comenzar a barajar cualquier posibilidad. Llegaron los segundos 45 minutos. Central salió con más fuerza y mi corazón comenzaba a latir más fuerte. El comentario de Apo decía: “Partido para el infarto señores, Rosario paralizada esperando un gol y a los sanjuaninos se les está complicando”. Así era, la ciudad paralizada, con la garganta lista para gritarlo y con los latidos acelerados… pero el gol nunca llegó. Pizzi hizo los dos primeros cambios. Uno me gustó y el otro no tanto. Admito que sentí esperanzas, me enderecé en el sillón y en voz baja seguía los canticos que se escuchaban de Central. Ya iban 15 del segundo cuando Loustau le sacó la segunda amarilla a Alderete, lo que significaba que el canalla se quede con uno menos. Acá, todos más concentrados que al principio. Me sumé a la oración del árabe y mi viejo no paraba de putear. ¡Ahora sí estaba muy difícil! Fue como una inyección esa expulsión, porque se fueron todos arriba. Pizzi hizo el último cambio a los 41. Ya no quedaban más chances que un milagro. La pelota iba para cualquier lado y mis lágrimas de desilusión caían más rápido que el balón. Se morían las esperanzas, se incrementaba la bronca, pensaba en las nuevas generaciones como la mía, que en 20 años sólo lo vimos mal a Central. Mi mayor festejo había sido en el 2005 sacar de la copa a Newell´s o ganar clásicos. Lo he visto pelear alguna punta al grito de: “¡Vamos, vamos los pibes”! y así también lo veía a caer y no llegar a nada. Pensaba en el momento en que le regalé la camiseta auriazul a mi sobrino, un niño de 2 años. En mis primitos preguntando ¿Cuándo vamos a salir campeones? En esa canción: “En momentos de bajón, cuando todo pinta mal, yo te prometo canalla no te voy a abandonar” En el programa Rosario de Central denunciando incansablemente una y otra vez a los dirigentes de turno. En ladrones como Scarabino, Usandizaga y Speciale. A los jugadores hace tres fechas atrás prometiendo que íbamos a ascender. Así terminó el partido con un dolido 0 a 0 que no nos servía absolutamente de nada. Con la incertidumbre de que habremos hecho para merecer esto. Con el grito de gol que tanto esperé y que de a poquito se iba acobardando y yéndose cada vez más adentro hasta golpearme muy fuerte el corazón. Ahora queda sólo el apoyo incondicional a mi Centralito querido, quedan los recuerdos y recargar pilas para seguir un año más peleándola. Sólo quedan los hinchas, como siempre, firmes a pie de cañón y esos muñecos que cobran por jugar, que hoy están y mañana no. Cuanto extraño a Kempes, a un Poy, un Palma, un Bauza, un Puma, extraño a esos que sentían lo mismo que yo y tenían que cambiar la camiseta porque la mojaban demasiado. Extraño al Central que éramos, y al futbol sano que pudieron disfrutar nuestros abuelos. Así es canaya, lo que no nos mata nos hace más guerreros!! A seguir peleándola y recuperar las fuerzas. Central te amo…. Jazmin

29/3/12

Entrevista a Manolo Robles

Periodista de la cooperativa de trabajo La Masa de Rosario a cargo del diario digital Redacción Rosario. Trabajó en otros medios como El Ciudadano, y Radio Nacional donde actualmente mantiene un programa propio. Participó de luchas por la libertad de prensa y el trabajo digno como lo fue el conflicto del 2000 en lo que era El Ciudadano y la región a cargo de una sociedad anónima liderada por Eduardo J. López, integrante del Grupo Uno.
¿Cómo surge redacción Rosario de forma cooperativa?
La cooperativa a la que pertenecemos es La Masa. Redacción Rosario es un producto de la cooperativa. Desde La Masa nos planteamos no sólo crear un medio propio como lo es el diario digital si no también brindar un servicio a todo aquel que lo necesite sobre lo ligado a la prensa. Surge a fines del 2007, porque la idea era generar una fuente de laburo digno y que la podamos manejar nosotros. Fundamentalme después de varios años de experiencia de trabajo bajo dependencia en diferentes medios. La Masa tiene dos vertientes, por un lado un grupo de compañeros que trabajábamos en El Ciudadano, que éramos la mayoría y los que venían de diferentes empresas periodísticas a unirse al proyecto. Por otro lado gente que venía llevando a cabo el periódico El Eslabón, que era una experiencia autónoma. Con los trabajadores del Eslabón teníamos relación desde el primer conflicto de El Ciudadano en el año 2000, porque había sido uno de los pocos medios que había cubierto el hecho.
Varios de nosotros a partir de ese momento comenzamos a darles una mano en la redacción a ellos y en la primera época, firmábamos con seudónimos para que no nos echen del Ciudadano. Con otros compañeros de diferentes medios que hoy trabajamos juntos, teníamos una relación de amistad más allá de lo laboral. También algunos en aquel entonces hacíamos prensa de las empresas recuperadas de la zona. Así formamos ANTER, que era la agencia de noticias de los trabajadores de empresas recuperadas, funcionaba a través de un sitio en internet donde cargábamos notas y las mandábamos a los medios de la ciudad y así conocimos lo que es el cooperativismo.
A fines del 2007 comenzamos a reunirnos y en enero del 2008 se conforma la Asociación de diarios cooperativos de la República Argentina y a mí me toco ir a cubrir ese hecho a La Rioja para una revista de una Federación de empresas recuperadas. La asociación de diarios cooperativos estaba conformada por cuatro diarios, el diario de La Región de Resistencia, el Centro País de Villa María, Comercio de Córdoba y El independiente de La Rioja. Nosotros al ver el ejemplo de esos periódicos que funcionaban bien, nos terminamos de convencer al ver que en el propio rubro de la comunicación había experiencias de autogestión exitosa y nos planteamos darle la forma a nuestro proyecto. Además porque ninguno de nosotros estaba en la condición de ser empresario y buscamos una figura jurídica como la de la cooperativa para estar habilitados a vender publicidad, generar ingresos y poder distribuirlos entre nosotros y decidir democráticamente que hacer en el diario. Ya que en el esquema de trabajo de la cooperativa cada asociado tiene el mismo derecho que los otros para decidir y nos parecía muy interesante. El objetivo era generar una fuente de trabajo propio y a la vez aportar con Redacción Rosario a la pluralidad en un ámbito geográfico, como el de Rosario y la zona, en el que hay una gran concentración de medios.
¿Esa sería la principal diferencia de trabajar en una empresa?
En realidad, la cooperativa de trabajo es una empresa pero sin empresario. No hay alguien que aporte el capital y tome las decisiones.Nuestro capital lo hacemos entre todos, es la fuerza de trabajo. No teníamos dinero, teníamos el cuerpo no más. Todos tenemos voz y voto para tomar determinaciones.
¿Y similitudes hay?
Si. La similitud es que tenemos la intención de generar recurso, no es una entidad sin fines de lucro. Es un modo de empresa distinto, con otra organización. Tenemos las mismas obligaciones, pagamos impuestos, tenemos responsabilidades y nos hacemos cargo del laburo. Yo estoy convencido de que la autogestión de los trabajadores que toma forma de cooperativa en vez de empresa es una novedad política y económica muy fuerte después de la crisis del 2001. Porque los empleados que se quedaron sin trabajo, en vez de ir a pelear por la indemnización o por lo que le quedaron debiendo, tuvieron la actitud de juntarse y tratar de mantener la fuente de trabajo. Eso fue uno de los hechos más revolucionarios que se dio en todo ese marco. Es uno de los emergentes de la crisis del liberalismo.
¿Cuáles son los obstáculos más grandes que les surgen?
Para nosotros el principal obstáculo fue la falta de capital. Hemos accedido a algunas políticas públicas de apoyo con respecto a este sector que fue importante. Lo que yo no llamaría dificultad pero determina la forma de funcionamiento es la relación que hay entre los integrantes de la cooperativa. Este modo de organización de manera democrática en donde todos tenemos los mismos derechos genera que a veces tengamos que discutir un rato una seria de cosas para llegar a un acuerdo. Pero eso puede complicarse al comienzo, después ya no.
Cuando uno trabaja en forma de dependencia tiene una tarea especifica que cumplir por la cual te pagan ya fin de mes vas a cobrar. Entonces haces tu tarea, cobras tu sueldo y el resto del funcionamiento de la empresa no te interesa, o al menos no tenes responsabilidad respecto al resto. En la cooperativa hay que pensar en todos los términos. Por ejemplo si hay un dinero para repartir hay que evaluar también que el mes que viene hay que pagar algo, entonces no se reparte la totalidad entre todos, si no que se guarda una parte para los gastos. Esa son decisiones que tenemos que ir tomando que antes no entraban en nuestra lógica.
¿Todos trabajan en otros medios además de Redacción Rosario o alguno logra vivir de lo que gana con ese sólo empleo?
Nosotros arrancamos sin nada, lo que hicimos fue ir a visitar a gente conocida, de sindicatos, de otras cooperativas y de relaciones que teníamos para pedirles que nos banquen ese comienzo, a través de auspicios. Todos arrancamos viviendo de otra cosa. Hoy ya somos varios los que nuestro principal ingreso lo genera este periódico. También hay quienes todavía no lo lograron y que hacen laburos puntuales en la cooperativa. Hemos crecido en facturación, más allá de que sigue siendo nuestro lado débil la comercialización y la generación de recursos, hemos crecido bastante en eso. Hoy son cinco o seis los que tienen como principal ingreso lo que se gana en la cooperativa y los otros lo toman como un complemento. Nosotros el dinero lo distribuimos de acuerdo al trabajo que realizamos, el que labura mas hora cobra más. También a veces se realiza prensa a otras entidades desde Redacción Rosario y quienes las hacen ganan un plus, pero una parte de la ganancia queda como fondo para la cooperativa.
¿Cuál es tu deseo para Redacción Rosario y tu trabajo como periodista?
Para la cooperativa en sí, la idea es poder generar mayores recursos y así poder asociar a más compañeros. Cuando empezamos éramos 11 y hoy somos 18. Además optamos por esta forma de autogestión, siempre desde el lugar de concebirlo como trabajadores. Somos trabajadores de prensa y comunicación y además de generar un empleo digno, queremos hacer un aporte a la lucha del conjunto de los trabajadores, del que nos sentimos parte desde siempre.
Todavía hay mucho por mejorar pero la autogestión para mí ya es un hecho revolucionario. Es decir, no es la socialización de los medios de producción pero es lo más cercano y a la vez se puede desarrollar y sostener en el marco de un sistema capitalista. Me gustaría que sigamos creciendo, y el objetico del medio es poder pasarlo al papel además de continuar en el formato digital. La idea es que crezca la cooperativa como un aporte a la mejora de la calidad de vida de los trabajadores. Lo que respecta al modo de trabajo, para mí, trabajar sin patrón y poder generar recursos y de manera responsable para la familia de cada uno de nosotros es la plenitud. Participar de la toma de decisiones del trabajo cotidiano es hermoso. Yo hace desde 1990 que venía trabajando en situación de dependencia en distintos medios y esto es la plenitud total.

Entrevista a Hernan Lopez Echague

Hernàn Lopez Echagüe es un periodista argentino nacido en1956, que trabajò en medios como "La razón", "Pagina 12" y la revista "Humor". Fue autor de grandes libros de investigación como "El Otro" y "La frontera". Actualmente vive en Nueva Palmira, una ciudad de 10 mil habitantes del oeste de Uruguay, lejos de los grande centros urbanos donde trabaja de manera independiente. Tuvo conflictos con el poder de las mafias argentinas después de publicar una investigación que lo denunciaba por corrupción y narcotrafico a Duhalde.
Fue perseguido por la dictadura militar argentina en 1976 y se exilió en Brasil durante ocho años. En ese trascurso fue encuestador callejero; empleado de un prestamista; cocinero; artesano; albañil; corrector de enciclopedias; traductor; cantinero; vendedor de baratijas; vendedor de artefactos de agua ozonizada y de cursos de árabe; fabricante de ropas playeras; profesor suplente de historia greco-romana; hacedor de cajitas de plástico para bijouterie, pero no de periodista que era su verdadera profesión. Recibió un premio por su lucha por la libertad de expresión.
¿Cuál fue su primer trabajo periodístico?



Fue como colaborador en el suplemento “Confort para el Hogar”, que publicaba el matutino La Razón en 1984, 1985.

¿Actualmente trabaja de manera independiente o para algún medio determinado?

Desde mi renuncia a Página/12, en 1994, trabajo de manera independiente. Sobre todas las cosas, en la escritura de libros.

¿Considera que con el pasar de los años las posibilidades de trabajo para un periodista se incrementaron?

En mi caso ocurrió todo lo contrario. Es que depende de la naturaleza del periodista, de sus escrúpulos. Conozco a muchos, con los que compartí la redacción en diarios y revistas, que en un abrir y cerrar de ojos saltaron del anonimato a la fama y el dinero fácil. Personas que le brindaron forma y magnitud al célebre chiste de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

Si pudiera describir la plenitud, la felicidad de su trabajo como periodista. ¿Cómo lo haría? ¿Qué necesita para sentirse pleno?


Independencia y libertad absolutas. De modo que a veces me siento a mis anchas, y muchas otras me devora la melancolía.

¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que tuvo que superar al principio de su carrera para poder insertarse en los medios de comunicación?

Tuve muy buena fortuna. Un día de octubre de 1984, gracias al puente que me tendió un familiar, fui a ver al director del matutino La Razón. No lo hice como periodista, porque no lo era, sino como un hombre que necesitaba un empleo de cualquier tipo, es decir, en administración, en archivo, en limpieza. El director quiso saber qué me gustaba hacer, y qué creía que hacía bien. Escribir, le dije. Me pidió una nota sobre los hornos a microondas, para ver cómo lo hacía. Le gustó. La publicaron en el suplemento “Confort para el Hogar”. Fue mi primera nota. Y luego siguieron otras, y el paso de una sección a otra, y otros diarios, otras revistas. En 1996, sin proponérmelo, claro, alumbré mi gran obstáculo para continuar publicando en los medios argentinos: el libro sobre Duhalde. Pero no me quejo. Al contrario. Si me pongo a considerar la realidad de los medios en Argentina en este momento, una realidad opaca, alocada y vociferante, no puedo menos que celebrar este dulce ostracismo.

21/1/12

¿Soñar?

No era un día como todos… A diferencia de la rutina matutina, ese sábado la joven salió una hora antes de lo habitual a caminar por el parque y ejercitarse un poco. Con los ojos semiabiertos, el cabello un tanto despeinado y una botellita de agua comenzó a caminar. El sol amenazaba de a ratos, como rayos de fuego momentáneos, las nubes se acercaban también y cada vez en mayor dimensión. Los pasos se iban convirtiendo en pesados a medida que daba la vuelta en la rotonda, miró su reloj: 7.45, pensó en acelerar su caminata, solo faltaba media hora para partir hacia su trabajo.
La calle estaba desierta, porque era enero, porque era sábado, porque era temprano, vaya uno a saber. La muchacha aprovechó para acercarse al río a respirar

un poco de aire, cerró sus ojos como si volviera a dormir por un rato, solo tenía ganas de soñar, de imaginar, de dejarse llevar por el sonido leve de los pájaros y de las olas. El río estaba tan violento que casi era una contracara con los senderos pacíficos que bordeaban al monumento a la bandera. La ejercitación había pasado a un segundo plano, porque en realidad tenía ganas de soñar.
En un momento, recordó las tardes de su infancia junto al rio pescando mojarritas acompañada de sus padres. Completamente feliz en aquel entonces, una imagen agradable para su mente y hasta esperanzadora, pero fue en ese instante, que pensar en sus padres la hizo volver a la realidad y miró su reloj nuevamente. Pegó un salto fuerte y se dirigió hacia calle Rioja. Se distrajo mirando un cachorro que andaba solo y olvidó el semáforo, un bocinazo la frenó para que espere la luz roja. Siguió su recorrido y vio al costado de la vereda un móvil policial y un par de oficiales.
Su mirada se dirigió al piso, hacia donde se conducían la de los tipos vestidos de azul y con cara de infelices. Un hombre con larga barba, con ojos sacrificados, el pelo casi hecho rasta, los pantalones rotos y sucios, tirado boca abajo sobre el pavimento caliente y atado como un criminal. La chica no pudo conocer su voz, ya que él no se animó ni a dirigir una palabra, pero sus ojos hablaron desde lo más profundo de su corazón. Le dijeron estar triste, solo y desamparado, casi como un murmullo escuchó o imaginó una voz gruesa y gastada que le decía: “No hice nada”. Al lado había un colchón viejo con un olor fuerte.
Se acercó a los hombres aberrantes y preguntó: “¿Pasó algo señor?”, la respuesta fue un seco y crudo: “No”. Insistente, “Señor… señor… ¿Por qué lo detienen?” - “Nena, no puede dormir en un espacio público, es una plaza, nos mandaron a que lo saquemos”. La joven sin encontrarle lógica a la explicación dijo: “¿Y por eso lo detienen? Hace días que está acá y no molesta a nadie, lo único que tiene es ese colchón y debajo de los arboles no hace calor, es viejo… Pobre hombre no tienen compasión”, se quedó parada esperando a que le dijeran algo, pero solo hubo un enorme silencio.
La calle estaba en silencio pero no en paz, ahora si se encontraba en composé con la violencia del rio, salvando las distancias y con respeto al rio que lo que menos provoca es dolor.
Bronca e impotencia era lo que sintió Jazmín en ese momento, y antes de darse la vuelta miró a ese ser desparramado y resignado en el cemento y él le sonrió, nuevamente no dijo nada, pero dijo todo. Ella pensó que fue un signo de gratitud, ¿Cuánto tiempo hará que no se le acerca una persona? Al darse media vuelta y seguir su rumbo a la rutina tuvo un tumulto de sensaciones: cobardía, insatisfacción, tristeza, y algo más. Sus sueños quedaron al lado del río, se subió a un taxi para poder llegar a tiempo a su empleo… “San Luis y España por favor” fueron sus únicas palabras en ese viaje. Por dentro un terremoto que la atormentaba, el sol se había escondido y solo quedaban esas nubes oscuras que anunciaban un llanto del cielo… Aquel hombre quedó debajo de la bandera argentina, abajo del monumento, debajo del Concejo Municipal y sobre todo, abajo del comando que le estaba cuartando su libertad pasando por encima sus derechos.
El vehículo se adentraba en el centro comercial de la ciudad, donde la vorágine la volvía a acercar al desgaste cotidiano que tanto detesta. Llegó a pensar que no quería volver a soñar, porque de nada servía, solo quedaba en ideas el mundo imaginario que deseaba. “Acá está bien, gracias, que tenga buen día”. Descendió del auto y solo vio esa reja que más de una vez la coaccionó en muchas cuestiones y otras veces la protegió de muchas otras, solo quedaba abrir y levantar la persiana para volver a decir “Gracias y hasta luego” a cada uno de los clientes.