29/3/12

Entrevista a Hernan Lopez Echague

Hernàn Lopez Echagüe es un periodista argentino nacido en1956, que trabajò en medios como "La razón", "Pagina 12" y la revista "Humor". Fue autor de grandes libros de investigación como "El Otro" y "La frontera". Actualmente vive en Nueva Palmira, una ciudad de 10 mil habitantes del oeste de Uruguay, lejos de los grande centros urbanos donde trabaja de manera independiente. Tuvo conflictos con el poder de las mafias argentinas después de publicar una investigación que lo denunciaba por corrupción y narcotrafico a Duhalde.
Fue perseguido por la dictadura militar argentina en 1976 y se exilió en Brasil durante ocho años. En ese trascurso fue encuestador callejero; empleado de un prestamista; cocinero; artesano; albañil; corrector de enciclopedias; traductor; cantinero; vendedor de baratijas; vendedor de artefactos de agua ozonizada y de cursos de árabe; fabricante de ropas playeras; profesor suplente de historia greco-romana; hacedor de cajitas de plástico para bijouterie, pero no de periodista que era su verdadera profesión. Recibió un premio por su lucha por la libertad de expresión.
¿Cuál fue su primer trabajo periodístico?



Fue como colaborador en el suplemento “Confort para el Hogar”, que publicaba el matutino La Razón en 1984, 1985.

¿Actualmente trabaja de manera independiente o para algún medio determinado?

Desde mi renuncia a Página/12, en 1994, trabajo de manera independiente. Sobre todas las cosas, en la escritura de libros.

¿Considera que con el pasar de los años las posibilidades de trabajo para un periodista se incrementaron?

En mi caso ocurrió todo lo contrario. Es que depende de la naturaleza del periodista, de sus escrúpulos. Conozco a muchos, con los que compartí la redacción en diarios y revistas, que en un abrir y cerrar de ojos saltaron del anonimato a la fama y el dinero fácil. Personas que le brindaron forma y magnitud al célebre chiste de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”.

Si pudiera describir la plenitud, la felicidad de su trabajo como periodista. ¿Cómo lo haría? ¿Qué necesita para sentirse pleno?


Independencia y libertad absolutas. De modo que a veces me siento a mis anchas, y muchas otras me devora la melancolía.

¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que tuvo que superar al principio de su carrera para poder insertarse en los medios de comunicación?

Tuve muy buena fortuna. Un día de octubre de 1984, gracias al puente que me tendió un familiar, fui a ver al director del matutino La Razón. No lo hice como periodista, porque no lo era, sino como un hombre que necesitaba un empleo de cualquier tipo, es decir, en administración, en archivo, en limpieza. El director quiso saber qué me gustaba hacer, y qué creía que hacía bien. Escribir, le dije. Me pidió una nota sobre los hornos a microondas, para ver cómo lo hacía. Le gustó. La publicaron en el suplemento “Confort para el Hogar”. Fue mi primera nota. Y luego siguieron otras, y el paso de una sección a otra, y otros diarios, otras revistas. En 1996, sin proponérmelo, claro, alumbré mi gran obstáculo para continuar publicando en los medios argentinos: el libro sobre Duhalde. Pero no me quejo. Al contrario. Si me pongo a considerar la realidad de los medios en Argentina en este momento, una realidad opaca, alocada y vociferante, no puedo menos que celebrar este dulce ostracismo.

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