10/10/10

Una poética de la angustia


Sin mirada crítica no hay cine negro

Análisis de películas: “El halcón maltes” – John Huston; “La sombra de una duda” – Alfred Hitchcock; “Terciopelo Azul” – David Lynch.

Al mirar tres grandes obras de policial negro de distintas épocas se observan rasgos muy identificativos de este estilo. La primer película es “The Maltese Falcon” (El halcón Maltes) realizada en 1941 por el director Jhon Huston. Un agudo y cínico detective se ve involucrado en la investigación de varios asesinatos y en el robo de una valiosa estatua del siglo XVI perteneciente a los templarios y de valor incalculable. Aquí encontramos la primera característica del policial negro, asesinatos, detectives y una mujer irresistible. El personaje de Brigid es de una muchacha muy sofisticada, ambigua, mentirosa, ambiciosa y seductora. Tiene un papel muy importante, seduce a los dos detectives, asesina a uno de ellos, colabora con los otros tres delincuentes y va cambiando de personalidad a lo largo de la obra.

Refiriéndome a los tres sospechosos vale destacar que son demasiados extraños. Uno de ellos (el jefe) es sínico, obsesivo, violento, ambicioso y con aires de superioridad; el otro es completamente sumiso, serio y hasta manifiesta ser traumado; y el último de los integrantes de la banda es ambiguo, siniestro y con gestos de locura en su rostro. Muy bien logrados cada uno de los personajes. Estas características podrían tomarse como una crítica a la clase alta de una sociedad enferma, ya que todos son adinerados y muestran el lado más perverso de esta clase. Teniendo en cuenta también que es una población desbastada por una guerra anterior.

En el film también se manifiesta la ineficiencia de muchos policías que no logran descubrir el ejecutor del asesinato, sospechan que el culpable es Samuel Spade (el detective protagonista) quien en realidad nada tenía que ver con el crimen y finaliza por descubrir quienes son los asesinos y los manda a prisión. Este personaje también demuestra la debilidad del hombre por la femme fatal de esa época. Ya que mantiene amoríos con cuanta mujer seductora se le cruce y principalmente con la asesina que intenta engañarlo enamorándolo. Pero aquí encontramos un rasgo clave de esta década, ya que en ninguna escena se muestra la sexualidad, porque regia el código Hays que censuraba este tipo de actuaciones. La sexualidad está implícita, no pueden mostrar demasiado pero a su vez los personajes no son inocentes.

Respecto a su estética, existe una fuerte relación con el expresionismo. El director utiliza contrastes de claroscuros, personas extrañas, la luz y la sombra como movimiento y el flashback. Podríamos decir que se provoca un neo expresionismo. Dentro del estilo también se distingue que lo fundamental no pasa por concluir en el final feliz como es habitual en las películas de Hollywood, si no en el “porqué”, en cómo llega el personaje a estar en ese estado de ánimo depresivo y enfermizo. Es la contracara del cine clásico norteamericano.

Al analizar la segunda obra “La sombra de una duda” de Alfred Hitchcock, realizada en 1943 también encontramos un fuerte estilo de policial negro. Una joven se pone muy contenta cuando se entera de que su tío Charlie va a visitar a su familia. Se trata de un hombre fascinante. Paralelamente, un sofisticado asesino se dedica a matar viudas millonarias y acapara las páginas de la prensa. La joven comienza a sospechar que su tío pudiera ser el asesino. Así comienza la trama de una película de suspenso extraordinaria. Varias características ponen a este film en la lista de los que integran el cine negro. Entre ellas destacamos la de sus personajes.

Una familia tipo clase media norteamericana, compuesta por un niño superdotado, con una inteligencia que lo lleva a obsesionarse con cada tema de charla dentro de su hogar; una adolescente intelectual que vive leyendo y se empeña en colocarse flores detrás de su oreja mientras su madre se lo prohíbe; un padre bancario, materialista y que mantiene diálogos con un amigo (solitario y macabro) siempre sobre como asesinar a alguien; una madre que se empeña en ser la mejor ama de casa, muy cristiana, perteneciente a un club de mujeres y con prejuicios típicos y una joven depresiva lejos de ser la femme fatal que acostumbra a mostrarnos este tipo de cine, muy perceptiva y que indaga y concluye por resolver el caso del asesino de viudas adineradas. En esta familia va a parar el “tío Charly” a quien le molesta la rigidez de la sociedad, odia a las mujeres burguesas que acaban por quedarse con el dinero de su marido y está completamente resentido con el mundo.

En uno de los diálogos de una cena se manifiesta claramente la censura ejercida sobre la sociedad referida a determinados temas gubernamentales y a su vez el pensamiento reprimido de muchos ciudadanos. Cuando Charly (tío) decide guardar su dinero en el banco del pueblo el sobrino menor dice: - “el gobierno se quedará con tu dinero” a lo que su hermana responde: - “no debes hablar mal del gobierno” y su madre los reta por interrumpir la charla. Tal como lo mencionaba Foucalt, cuando habla de la represión del capitalismo productivista, el “biopoder.”

En semejanza con “El halcón Maltes” también la policía es ineficiente, casi llegando al final de la obra, culpa a un hombre equivocado por los asesinatos, mientras el verdadero criminal logra huir, pero en este intento de escape la joven, quien mantenía una relación de amor con el detective, esclarece el caso y lo mata. Otra vez el romance censurado como en la película anteriormente analizada, nada de sexo, ni siquiera besos, todo muy insinuado con las miradas y abierto a la imaginación del espectador. Las miradas, gran característica de esta película. En la escena final donde tío Charly intenta matar a la joven se muestra la pelea por no morir y un primer plano de los ojos desesperados de la sobrina quien se encuentra acorralada en un tren y acaba arrojando a las vías a su tío.

Nuevamente encontramos un vínculo en su estética con el expresionismo, la luz y la sombra; los personajes extraños y los fuertes contrastes de claro oscuros. También vale destacar que se evidencia en esta obra algo de lo que hablaba Feinmann en su texto “Cuando calienta el sol” El calor es una clave para diferenciar la policial negra de la policial de enigma. En uno de los intentos que tiene Charly de asesinar a su sobrina, ella se encuentra sofocada por el humo dentro de un garaje sin poder salir y casi ahogándose. El calor, un tema que va a quedar completamente explicito en la próxima obra que analizaremos. Para finalizar con la reflexión sobre este film destacamos que hay una cámara subjetiva, la visión del personaje. El espectador está obligado a meterse en la cabeza del criminal y a ponerse en su lugar. Termina hasta teniendo compasión del asesinato por entender que el también es víctima de una sociedad sucia y llena de injusticias.

La última película es “Blue velvet” (Terciopelo azul) realizada por David Lynch en 1986. Si de cine negro hablamos nos referimos a las décadas del 40 al 60 pero esta obra a pesar de ser más moderna no deja de entrar en esta lista de policiales, “con mucho calor”. Como en los dos films anteriores encontramos asesinatos, policías, una mujer que enamora a quien va a resolver el caso y obviamente todos pertenecen a una clase alta de la sociedad. En primer lugar, llaman la atención los créditos iníciales, que están superpuestos sobre un fondo de terciopelo azul undívago como un mar mecido por las olas. A medida que avance el filme nos daremos cuenta de que ese terciopelo, que también aparece en los créditos finales, se corresponde con el vestido que lleva puesto Dorothy Vallens, la cantante sadomasoquista que se enamora del joven protagonista.

Una oreja humana aparece en el jardín del tranquilo barrio en el que vive Jeffrey. El muchacho investiga el caso por su cuenta con ayuda de Sandy, la hija de uno de los policías del pueblo. Sandy pone a Jeffrey tras la pista de Dorothy, la cantante de un night-club que va a introducir al joven en el oscuro submundo nocturno de su localidad, hasta entonces totalmente desconocido para él. Esa es la historia de esta obra que tanto denota la fascinación del director por el cine negro y del neo expresionismo.

Nuevamente se ve esta idea “tipo” de las familias estadounidenses. El film arranca con una panorámica sobre una típica área residencial norteamericana. La gran diferencia con las otras películas es la época, no existe el código Hays, la sexualidad ya no tiene que esconderse y el calor tampoco.

Sus personajes son completamente enfermos. El asesino es un drogadicto, violador, con un trauma psicológico muy notorio, siniestro, perverso, violento, sádico y dominante. La cantante intenta hacer con el joven lo que ella sufre con Frank (el asesino) lo cual muestra una cadena de traumas irreversibles al que se entra pero difícilmente se sale. Vive siempre paranoica y disfruta de los golpes. Por otro lado encontramos a la hija del detective, quien termina teniendo un romance con Jeffrey mientras está de novia con otro muchacho. Aquí queda explicito como es la situación de aquellas mujeres que engañan a sus parejas y les mienten para ver a su amante hasta dejarlo por completo y decidirse por aquella persona que la vuelve loca.

Pero como si esto fuera poco, aparece la corrupción en la policía del lugar. Al final del film se descubre que uno de los oficiales está involucrado en el asesinato de un narcotraficante, que tiene a su alrededor una mafia con innumerables delincuentes. Todo esto para el joven era un misterio, un secreto que estaba descubriendo y eso lo atrae. Ante esta actitud Sandy (la hija del detective) le dice: - “No sé si eres un detective o un perverso”, estas palabras hacen pensar al espectador que el muchacho estaba entrando en el juego enfermizo de la cantante y su entorno y estaba encontrando algo gustoso en todo esto.

También queda demostrada la fuerte importancia que tiene el cristianismo en la sociedad. Para poder llegar a entrar a la casa de la cantante piensan golpear la puerta con revistas religiosas en las manos y hacerse pasar por testigo de Jehová para de esta manera distraer a la dueña del departamento y que el joven pueda lograr el objetivo de esta primer etapa. Al respecto en el texto “Los orígenes de la novela policial” se expresa: “El cristianismo habrá de cambiar muchas cosas”.

Otra vez las miradas son imprescindibles. En el momento en que el joven y la cantante realizan el coito el director decide realizar un plano detalle de los ojos y los labios de la mujer que demuestran el placer que está sintiendo y a su vez el desprecio del asesino cuando lo miran, odia que lo miren. Y luego aparece el fuego. Esta imagen de las llamas figura reiteradas veces en la obra, manifestando el calor del que hablaba Feinmann cuando dice: “… La totalidad es el culpable. Ya no hay lógica, ya no hay frio. Solo hay pasión y muerte. Los cuerpos arden, sudan, la carne grita, el deseo estalla, el calor aturde la inteligencia. Se piensa con el cuerpo. Y más aún: se piensa desde la genialidad y desde ella se asesina…”

Los rasgos más notables de esta película obviamente son la locura, la obsesión, la depresión, el calor, la insinuación de la homosexualidad reprimida, el miedo de la cantante que tiene a la policía, y la muerte. Denuncia a una sociedad hipócrita, prejuiciosa que dice no conocer lo que ocurre de noche. “Terciopelo azultiene un final soberbio, no tanto por los diálogos o los descubrimientos que se puedan hacer, sino por la sensación de "regreso a lo cotidiano". Un final que es la guinda para una película que en 1986 fue rompedora, provocadora, y eso sin llegar a mostrar realmente momentos de violencia extrema, ni tiroteos, ni sangrías. Es una película que pide mucho al espectador, pero que recompensa con creces. Pero ante todo, a pesar de lo extrañas que nos llegan a parecer algunas situaciones, es una obra realista. Con diálogos, sentimientos y personajes que todos hemos dicho experimentado o conocido alguna vez, aunque quizá de forma no tan extrema.

Para finalizar el análisis me situaré en la estética y el montaje del film. Nuevamente los rasgos expresionistas, de la luz y la sombra y el contraste de los colores. En el montaje Lynch utiliza la transición del día a la noche a través de cortes, la cámara que persigue al protagonista como si alguien lo estuviera observando, lo que hace creer al espectador que todo el tiempo el asesino lo está mirando y asecha el momento para atacarlo. Se da el lujo hasta de utilizar en los sueños de Jeffrey imágenes fuera de foco, la luz centrada en el rostro y el flashback para los recuerdos. Y deja en claro en una de las escenas principales que el joven que actuaba como detective sin serlo había descubierto al culpable de manera ilegal sin tener pruebas, lo que provoca que luego tenga que destinar toda una secuencia a como se la rebusca el muchacho para conseguir las pruebas suficientes para denunciar este misterio que estaba descubriendo.

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