30/9/10

Columna de opinión

Evadir la realidad

La inseguridad en el transporte urbano de pasajeros de Rosario no es un tema separado del resto de los hechos delictivos, es parte de la delincuencia formada por culpa de un sistema social, político y económico que crea marginación y exclusión. Las medidas implementadas para prevenir al delito, solo son una manera de esconder la cruda realidad. En la historia de Argentina siempre existió la pobreza y la delincuencia.

Clara García sostuvo: “Más allá de la enorme preocupación y ocupación que nosotros ponemos en Rosario, porque hay muchos vecinos que con razón protestan. Nosotros tenemos otras ciudades que vienen a ver como lo estamos haciendo porque comparativamente los índices delictivos y de calidad de servicio son mucho peores en otras ciudades.” Las comparaciones son odiosas, pero en este caso refuerzan esta teoría.

En el resto de los países de Latinoamerica rige un sistema capitalista como lo es en Argentina, un sistema basado en la explotación que genera cada vez mayor pobreza. En esta situación, los ricos intentan protegerse de los más humildes “porque son ellos quienes los asaltan y los agreden”. Se escudan detrás de una reja y de personal de seguridad, dejando del otro lado a miles de personas desprotegidas con falta de educación, con mínimas posibilidades de progresar y alejadas del centro de la ciudad.

Los dos concejales entrevistados por La Rosarina, coincidieron en que hay un problema estructural de base que hasta el momento no pudieron solucionar. El asistencialismo, las medidas preventivas, y el alejamiento de los barrios marginales solo fomentan mayor delincuencia. Pero algo queda claro, es la mejor manera que encontraron para proteger a aquellos que intentan asegurar su propiedad privada. Llega un punto en el cual todos están expuestos a ser víctimas de esta nefasta situación. Desde el empresario o gobernante adinerado a el trabajador que vive en un barrio de la periferia. Es así, que la inseguridad sigue siendo un problema que llega a cualquier clase social e invade las calles rosarinas sin poderle encontrar una solución.

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