16/6/10

“Cada vez me siento menos diferente”


Una joven de 25 años sufre de sordera y hace desde los 18 que decidió realizarse una operación para mejorar su situación.

Eugenia G. nació sorda, por una mal formación en sus órganos auditivos, padeció durante toda su vida este sufrimiento pero llevó una vida como cualquier otra persona. Estudió en colegios normales, se relacionó siempre con gente que escucha y actualmente cursa la carrera de Diseño Gráfico.A pesar de las dificultades siguió adelante, y a los 18 años le realizaron un implante coclear. Aseguró: “El implante me dio la discriminación del sonido, saber a que corresponde cada uno”.

El implante se basa en una especie de chip que le insertan en el interior de la cabeza. Ese chip, tiene un imán que se conecta a un implante exterior, que es algo similar a un audífono. Los dos aparatos hacen conexión y le brindan la capacidad de poder oír. La limitación que tiene es que es incompatible con el agua. “en el verano estoy mucho más limitada, entre la pileta, el mar o lo que sea, tengo que sacármelo y eso me vuelve al silencio total” comentó la joven.

Eugenia antes de realizar la operación utilizaba audífonos comunes. Afirmó que hay una gran diferencia, el audífono le brindaba sonidos y ruidos pero el implante le permite distinguirlos. Luego declaró:“Todos los días descubro algo nuevo, aunque lo que me mata es saber que nunca voy a poder sentir el agua mientras me baño, ya que debo sacarme el implante externo para bañarme”.

A lo largo de estos 25 años se adaptó a la sociedad con ayuda de todos los que la rodean. En la entrevista que brindó a Un mundo que ganar dijo: “Espero que sean capaces de abrir la mente y no dejarse vencer por el miedo, porque al fin y al cabo, en mi caso, sé comunicarme perfectamente con la sociedad, siempre que ambas partes rompamos las barreras y prejuicios” refiriéndose a la población en general.

Comentó sobre sus dificultades para la relación humana y en los últimos años siente que se puede socializar más, antes le costaba mucho, tiene más amigos y hace actividades como cualquiera. Se le preguntó sobre cómo definir al silencio y sus palabras fueron: “Sólo respondería aislamiento total, al punto que desespera. Por eso siempre desde chica tuve audífono por lo menos, algo que me super ayudó al menos a no estar tan desconectada con el mundo”.

Eugenia recomendó a todos los que padecen de deficiencia auditiva que no es fácil estar en comunicación con el mundo, que requiere de muchísima paciencia el ir día a día. Pero que a la larga, va aceptando su dificultad y trata de la mejor manera de sacarle el provecho, encontrarle la vuelta. Respecto a las personas que deben albergar e integrar correctamente al que sufre sordera, la joven les pidió mucha paciencia. Deberían entender al sordo, que es muy difícil, porque deben entender los labios, que no es fácil como parece, o que debe hablar en lengua de señas.

Aseguró no ser feliz y sentirse incomoda con ella misma. Dentro de veinte años se imagina fuera del país. Estas declaraciones manifiestaron por si solas la situación de discriminación por la que se someten todos aquellos que tienen alguna disminución de sus sentidos. A través de los avances tecnológicos se logró incorporar métodos que facilitan la vida de estas personas, pero la sociedad también debe introducir en su cotidianidad los elementos necesarios para poder comunicarse con todos.

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