Un país históricamente apasionado por el fútbol, esta vez era manipulado por su propia pasión. Mientras 30.000 morían, los otros gritaban un gol y festejaban un mundial. Un gobierno militar era el que utilizaba a este deporte para su plan sistemático. Un plan de desaparición forzada de personas; tortura; control de la información en los medios; nacionalización de deudas privadas; una guerra y las consecuencias que todavía sufrimos.
Pero desde mi punto de vista no deberíamos culpar solo a los que estaban a cargo de este aberrante hecho, si no también a sus cómplices. El golpe no fue solo militar si no también cívico. Toda una sociedad estaba de acuerdo en derrocar al gobierno de Isabelita de Perón. Ante la desesperación permitieron que esto ocurra. Cuando tomaron el poder la iglesia; integrantes del poder judicial; periodistas y empresarios secundaron a estos genocidas. Luego muchos de ellos buscaron reconvertirse cuando la dictadura fue derrotada.
Algunos de los jugadores que participaron de la selección que ganó en el 78 confesaron haber sido informados de lo que estaba ocurriendo antes de salir a la cancha. Otros lo negaron. La realidad es que todos jugaron y fueron participes del plan, uno de ellos dijo: “Cuando te va bien y sos exitoso, no miras mucho para los costados”. A los costados, robaban bebes, vendían el país, morían miles y miles de personas, torturaban. ¿No habría que haber mirado hacía el costado? Sin el fantástico fútbol que nos brindaron esos jugadores la manipulación no hubiera sido posible.
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